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Me muero loco: Carmina Burana, un cuarto de siglo fusionando el pasodoble, el hardcore y el skapunk

Desde Firmat a todo el planeta.

Quienes cargan con más años sobre sus lomos, dicen que transmiten una energía similar a la del viejo “Mano Negra” de Manu Chao o al “Todos Tus Muertos” de Fidel Nadal y Gamexane. Más acá, y quizás contemporáneos a Carmina Burana, encontramos algo de “Las Manos de Filippi”, y por qué no, de “Karamelo Santo”.

Diferentes lugares del mundo y varias influencias. Todo, se unió en un solo punto, que fue la ciudad de Firmat, al sur de Santa Fe, allá por la década del ‘90, digamos como suma de otras agrupaciones: “Los Galgos de la Comarca” y “Caballo Loco”. Así nacía “Carmina Burana”, que según cuentan, acuñó su nombre luego de un festival en Venado Tuerto denominado “Noche de Bohemios”, en 1992. 25 años después, los firmatoides se siguen reinventando con su fusión de pasodoble, hardcore y skapunk.

Hoy se encuentran en pleno proceso de lanzamiento de nuevo larga duración: “Existe”, su sexto trabajo de estudio. Trece canciones con su flamante sello discográfico, “Casacaracol Discos”. Se suman a “El Sendero de los Pajaritos Primaverales” (2000); “Hermoso, Todo Junto, Difunto y Podrido” (2003); “Odas Para la Danza del Átomo” (2007); “C’est la fin du Monde!” (La Rabbia in the positive pole​)​ (2011, en vivo); “Tenebris Carmina In Domina Serpens” (2012). Y también a su primer DVD “En la Taberna Olvidamos Nuestra Sepultura”.

Con varios cambios de formaciones desde los inicios a la actualidad, puede resumirse que en el 2017 suman toques del electro vía sintetizadores y también percusionista en vivo. De los primeros Carmina, quedan el baterista, “Billie” Gómez, el guitarrista, Hernán Manavella, el ex trompetista y hoy tecladista, Ariel Poeylaut, y el cantante Leandro Ramón “K Mono” Ibarra. Luego, completan el cuadro el acordeonista Ramiro Giménez, el bajista Rober Diz, y los vientos de Adrián Fontana (trombón), y Franco Santángelo (trompeta).

El ave que guía a los mutantes

Leandro Ramón Ibarra Rodriguez, pampeanamente conocido como “K Mono”, es quien desde los orígenes cumple el rol de frontman de Carmina Burana, otras veces pone letra a las canciones y en algunas, baila. Después de tantos años tocando, lo primero que remarca es cómo transcurrió el tiempo, pero también la libertad de tocar en los lugares que básicamente le dieron las ganas (a todos).

No había bandas de la zona que tocaran en el mítico Cemento por ejemplo, y Carmina tocaba ahí. O bien, no hubo ni hay hasta el momento, músicos de la zona que fichen con compañías como la multinacional “Universal” –como lo hicieron ellos- y que luego se fueran de ese círculo, como sentenciaron los burana.

Desde Firmat, al mundo. 25 vueltas al sol después, se nota una maduración en cuanto a lo técnico, el armado de las canciones, o en la propia relación de los integrantes con la música.  Para K Mono, con sus pares de banda, un poco la locura es, el mambo. Nota muchos años de no estar en un psiquiátrico, por motivos ‘X’, porque la banca -o sea Carmina-, fue un desconectar de un montón de cosas. Un lugar de uno de poder moverse donde querían, gritar lo que querían gritar, aunque no los escuche nadie. Gritar y sonar fuerte, y ser un ruido, por el único hecho de ser un hecho y no tener forma de nada. Que les chupara un huevo, o sea, un montón de cuestiones, que de alguna forma, a cada uno de los integrantes de Carmina Burana, le dio una situación de equilibrio desde el desequilibrio.

Para Leandro Ramón no hay mejor recital. Si hay mejores fechas. Pero por el simple hecho de ser ellos un grupo de gente que se junta a tocar por el gusto mismo. Aunque sí hay una buena canción y que para él es “Coloso”, segundo track del primer disco, que a su entender reúne ciertas condiciones: una letra copada, con baile y también oscurantismo. Esto, en el momento en que ellos arrancaron a tocar era un estilo no muy explotado. Era una cosa media extraña.

El futuro, a corto plazo, deduce que es tocar, hacer más canciones, juntarse a seguir tocando y viajando. Reventándose la calavera y por ahí a algún otro también, por una cuestión de empatía. Lo cierto es que el futuro de la banda es el futuro de todas las cosas. Disgregarse en el tiempo, terminarse, dejar de existir, morir. “Pero bueno, el futuro a largo plazo es la desaparición, el exterminio, la nada”, destaca.

De tristeza se empioja la gente

Hernán “Mana” Manavella, literalmente es quien más canas pinta arriba del escenario. Es claro y conciso. Cuando se le pregunta por la forma en la cual trabaja la banda en cuanto a la producción, no da vueltas. Cree que generalmente es mejor hacer que no hacer y en el caso de Burana se aplica ese principio. Es que no hay, según entiende, una cuestión ideológica de por ejemplo, editar de manera independiente o no.

Si se busca profundizar con él acerca de este concepto, no duda: lo importante son las canciones y que éstas existan. En un disco, en vivo o en el éter. Que sean exorcizadas de las mentes hacia la comunidad. Y para lograrlo son necesarios algunos medios. Si estos son provistos por alguien, bien. Sino, se las arreglan para que igual suceda.

Es por eso que a lo largo de la historia de la banda hubo épocas de completa autogestión y otras de ayuda. De todas formas, afirma Manavella que esa ayuda nunca fue la adecuada. Así que siempre trabajaron mucho en cada producción. Y esto se nota con el paso de los discos y los años, donde el sonido fue mutando. En Carmina eso es parte de la evolución (y en ocasiones involución) de cada integrante con su instrumento o sonido. Y la conjunción de todo eso como banda. Hay una búsqueda y también hay lugar para la espontaneidad.      

Recorrieron gran parte del país y esperan seguir ampliando. Les falta llegar bien al sur y al norte. También tocaron en Chile y en México, donde se sorprendieron respecto a algunas similitudes de nuestros pueblos. Tienen pensado volver a México apenas puedan. Siempre hay propuestas desde algunos países de Europa, pero miden bien esos ofrecimientos, porque no es tan fácil mover a una banda con tantos integrantes.

Puede decirse además que compartieron escenario con otras bandas, pero que eso no significa necesariamente una experiencia compartida. Tocaron con bandas no muy conocidas y sin embargo les dejaron enseñanzas. En forma inversa, se decepcionaron un poco con algunas de gran popularidad. Pero eso siempre es una cuestión de expectativas. Ellos se enfocan en mostrar lo que hacen.                       

Existe

El nombre de Carmina Burana, proviene de una asociación de palabras hecha por Mauricio Stabile (alias “Pachuli”) y Ramón Ibarra. Hace alusión a esos poemas del Medioevo que solían cantar o vociferar los famosos monjes goliardos, que si bien apoyaban la religión, no creían en ella como estructura o forma de gobierno. Se dice que tenían una manera bastante ortodoxa de manifestarse, siempre de “festín en festín” y apoyando la moción “vale todo”. Y festejando básicamente la vida.

Para el baterista de Carmina, Juan Manuel “Billie” Gómez, ellos se sienten identificados desde ese punto de vista. La intención es divertirse y pasarla bien cada vez que se ven. Tanto tiempo juntos, la comunión, derivó en comunidad y hoy podría decirse que en familia. Y es tal el caso, que siempre intentaron en todos los discos, de alguna manera, incluir algunos de esos versos, de esos poemas que interpretaban estos monjes.

El género musical, que los identifica claramente es para Billie “una ensalada de ritmos”, que tiene que ver con lo que escucha cada uno de los integrantes o lo que cada uno fue escuchando a lo largo de la vida de Carmina. Por momentos en un disco de los firmatenses, es bastante histriónica esa cuestión: uno puede encontrarse con un reggae, un punk rock bien cuadrado, con una especie de flamenco como “Brújula”, “El Curupí” que tiene coqueteos con el chamamé y la acordeón, o “Son Robots”, un violento pasodoble.

A decir de Billie, esa combinación de ritmos surge sin querer. Y es una cuestión muy particular porque ellos no se ponen a estudiar esos ritmos, lo que inevitablemente los vuelve “incasillables” en cuanto a géneros musicales. La subsistencia, tanto tiempo juntos, es esa libertad artística que tienen al momento de crear música.

Por aquel entonces la única manera de dar un gran paso en la industria era formar parte de una multinacional. Carmina siempre fue bastante ‘Do it yourself” (hazlo tú mismo). Siempre tocó en Rosario en lugares autogestionados como “Galpón Okupa” y siempre estuvo a favor de esa movida. Pero no desconocían que para meterse en Buenos Aires y que su trabajo se escuche en otros lugares, había que dar el salto. El sello discográfico representaba todo eso. Llegar a la gran manzana de cemento, golpear la puerta de una multinacional. Entrar y salir. Así fue. Pero al tiempo, lo que prevaleció fue la independencia. Y asó continúa siendo, aprovechando la disposición de herramientas y múltiples plataformas para que justamente miles de artistas no vendan sus canciones y música a corporaciones tan grandes.

Vomitando feliz

Eduardo “La Negra” Bigotti es periodista oriundo de Firmat y contemporáneo a la banda. A su ciudad natal, la define como urbana por más que sea chica. Pero ligada a los procesos de las industrias, como lo pueden ser, salvando las diferencias, las de Irlanda, Inglaterra o alguna ciudad obrera de Estados Unidos. Entiende que eso le dio una impronta diferente y algo de rock.

Bigotti, en su afán de empalabrar la realidad firmatense, asegura que las expresiones son manifestaciones que remiten también a un momento determinado. En este caso, a Carmina, podría incluirla en la cuestión cultural y lo que era Firmat: una ciudad más conservadora, una cuestión musical y contracultural de esos tiempos en el nacimiento.

“La Negra”, como se lo conoce fuera de los micrófonos, deduce que los burana en su momento eran muy convocantes básicamente por lo que proponían, porque ver en vivo a una banda con tanta “polenta” sobre el escenario, era arrolladora. Y dice que todo ello, se daba en el marco de tiempos de necesidad de rock o de ver un recital de rock. Queda claro, que en vivo sigue siendo una banda de relevancia nacional, con shows tremendos en su haber, que es ya una marca significativa.

Siempre presente, por si acaso vale aclarar, Firmat, en varios de sus discos y en algunas letras. “La música es interminable y te puede encontrar como los Rollings Stones. Y si ellos creen que es así, sería bueno. Y hasta para los que los siguen”, resumió.

Fuente: Trasmedia VT.

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Redaccion
Redacción de Firmat24
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