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Pedido de publicación de Carlos Torres

El ex intendente Torres y un pedido de publicación en el que, entre otras cosas, habla sobre «populismo» , «falso progresismo» y «autoritarismo».

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El ex intendente Torres y un pedido de publicación en el que, entre otras cosas,  habla sobre «populismo» , «falso progresismo»  y «autoritarismo».

“Yo no soy pobre, pobres son los que creen que yo soy pobre”. “Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero solo para poder ser rico”. “Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me motivan”. “Esa es la verdadera libertad, la austeridad, el consumir poco. La casa pequeña para poder dedicar tiempo a lo que verdaderamente disfruto”. “Con tres piecitas me alcanza; les pasamos la escoba entre la vieja y yo y ya, se acabó”. “Entonces si tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma”. “No somos pobres”.

Estos simples conceptos, emocionantes, expresados nada menos que por un presidente latinoamericano, José “Pepe” Mújica, nos sorprendieron gratamente y nos hicieron reflexionar respecto del progresismo y del populismo.

Seguramente hemos visto a muchos dirigentes políticos conmoverse al hablar de la gente humilde, emocionarse hasta las lágrimas al tomar contacto directo con la pobreza, y sin embargo proceder en su vida privada (y pública?), con un indisimulado afán de acumulación de dinero, de poder económico, de bienes y propiedades.

Es absolutamente endeble y frágil el discurso progresista cuando no es acompañado de conductas personales que lo respalden, y esa contradicción, por consecuencia, lo convierte en pseudoprogresista.
“predicar con el ejemplo”, es lo que hace el presidente de Uruguay, lo que da crédito y sustento a lo que dice.

El injustificado incremento patrimonial de muchos dirigentes, ahora y en años recientes en nuestro país, se corresponde con uno de los pilares del populismo, que utiliza de modo discrecional los fondos públicos, los recursos del estado. Estos no solo son usados para controlar a gobernadores e intendentes, sino también como una forma directa de demostrar quién manda, quien toma las decisiones en un país cada día mas centralizado.

El populismo confunde y mezcla desprolija e indisimuladamente el estado con el gobierno y el partido político, y sostiene con un relato inmune lo que no puede concretar en los hechos.

En esa mixtura de pujas e intereses, ningún gasto resulta injustificado y pueden utilizarse dineros públicos para cuestiones de interés oficial, partidario y hasta personal. Basta con repasar los gastos que produjeron funcionarios de primera línea del gobierno en los últimos meses para corroborar lo que decimos.

Uno de los objetivos del progresismo es igualar las oportunidades y reducir la brecha entre ricos y pobres, garantizando derechos a quienes hoy los tienen vulnerados. El invocar estos objetivos al implementar medidas populares, inmediatas y cortoplacistas es una de las falacias del populismo. De hecho, la Asignación Universal por hijo (aún), perpetuada en el tiempo, sin un plan de reemplazo que garantice la independencia del estado a esas familias, es uno de los ejemplos. “yo soy el Estado y te ayudo” “si yo no estoy, seguirás siendo pobre”.

Es también verdaderamente preocupante, sobre todo porque en los últimos años parecía declinar, el grado de confrontación entre la gente, la que debe ubicarse de un lado o del otro en un país binario: con el gobierno nacional y popular o con el enemigo del exterior, con el monopolio de la corporación o con la prensa libre e independiente, con el progresismo en el estado o con la derecha neoliberal, salvaje e insensible de los ´90. Este posicionamiento inducido, coloca a la gente en una encrucijada sin grises: o “amigo” o “enemigo”… Esto hace que hasta la critica mejor intencionada sea calificada de golpista, de antidemocrática o de cualquier cosa terrible que se le ocurra al primer iluminado que actúe de vocero.

El falso progresismo propone cambiar desde la raíz todo lo que huela a derecha, pero termina solo con un potente relato, encubriendo otras decisiones que se parecen mucho al autoritarismo.

La recuperación de las AFJP, sin el pago del 82% a los jubilados y utilizando el dinero de ANSES para otros fines.; la ley de democratización de medios y el ataque al periodismo independiente direccionando el fuego oficial hacia un grupo en particular; la renovación de la corte suprema de justicia y la intromisión permanente en el poder judicial; la televisión publica para todos y el hostigamiento permanente desde allí a todos los que no comparten el “modelo”; la regulación de la economía desde el estado y la utilización del dinero como diciplinador de dirigentes; el “aggiornamiento” de la constitución para incorporar derechos y la inclusión de la re-reelección. Innumerables ejemplos de segundas intenciones!

El doble discurso de los dirigentes populistas se convierte en estrictamente necesario para prolongar el vínculo con la militancia, pero se termina agotando cuando las bondades del relato, sucumben ante la incontrastable realidad del fracaso. Ya sucedió en la década del 90 con los actuales gobernantes, cuando defendían a ultranza lo que ahora desnotan y demonizan.
No quedan dudas que los valores de austeridad y libertad a los que hace referencia Mujica, no son prioritarios para estos dirigentes en Argentina».

Dr. Carlos Torres
Ex intendente de Firmat

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