Los dos llegaban golpeados. Los dos necesitaban levantar. Y uno parecia que lo ganaba… y el otro lo goleó.

Así de raro es este deporte.

En el primer tiempo Los Andes arrancó mejor con Piriz imparable por la izquierda y creando peligro en el arco de Chiabrando.

Firmat lo emparejó, empezó a tener más la pelota en el medio, y a través de De Basto tuvo situaciones para ponerse arriba en el marcador.

A los 25 m. se produjó una de las más claras: desborda Piriz por derecha, tira el centro y Segatore solo entrando el área chica, la manda arriba del travesaño.

Recién a los 33 m. el rojo dispuso la ocasión mas importante; tiro libre de Brucessi del sector derecho que Toscano desvió con su mano derecha. De ahí hasta el final mas insinuaciones que fútbol, y el empate que le cabía bien al partido.

En el segundo tiempo, Los Andes entró mucho mejor, y transformó a Chiabrando en 15 minutos en figura, al tapar cuatro pelotas que tenían destino de gol a Piriz, Romano y Segatore por dos.

Parecía que llegaba el gol del Lanudo, pero Firmat encontró un regalo y no lo desaprovechó.

A los 21 m. tras un mal rechazo de Cardinale desde el fondo, la pelota vuelve al área y el Zorro junto a Sabaté le dejan la pelota servida al Tili Amaya que derrota a Toscano cuando nadie lo esperaba.

Ahí el partido se transformó, y el rojo lo aprovechó.

Cinco minutos más tarde es expulsado el volante visitante Salado tras agredir a Amaya, y Los Andes resignó las chances que le quedaban.

Sobre los 45 m. Daniel De Basto con un fuerte y preciso remate desde afuera del área vence a Toscano y termina la historia.

Aunque faltaba más: gran asistencia de Brucessi para dejar mano a mano a Bonetto que gambeteó al arquero visitante para decretar el definitivo 3 a 0. Una goleada, que en los papeles y viendo las realidades de ambos equipos, podía ser pronosticada, pero que por lo visto en los 90 minutos fue injusta.

En esta temporada los números marcan dos realidades: Los Andes ya se acostumbró a perder, y Firmat, puntero cómodo de la general, a ganar sin jugar demasiado bien.