
El mundo cristiano prepara y adorna un árbol navideño cada año el 8 de diciembre, para que amanezca armado el 9 y comenzar a celebrar la navidad. ¿Cuál es el verdadero origen de esta tradición ? ¿Qué simboliza ?
Antiguamente un sector de la sociedad celta acostumbraba a venerar un árbol en esta misma fecha por la celebración del nacimiento de Frey, el dios del sol y la fertilidad. Más tarde, con la evangelización de estos pueblos por parte de los cristianos, la festividad fue tomada por estos con modificaciones que la vincularon al nacimiento de Cristo.
Como el roble perdía sus hojas con el frío, los celtas lo adornaban con muérdago (símbolo de suerte y fecundidad, que hoy se pone en las puertas), le colgaban algunas frutas (que dieron lugar a las esferas) y le ataban antorchas (ayer, velitas; hoy, luces) para infundirle protección y vigor.
Cuando se evangelizó el centro y norte de Europa, los cristianos de esos pueblos tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, cambiando su significado pagano.
Aunque primeramente adoptaron como árbol la cruz, luego cristianizaron esta tradición, reemplazando el roble por el abeto, de hojas perennes, porque su forma triangular recordaba a la Santísima Trinidad. Por su parte, los protestantes, con Martín Lutero a la cabeza, eligieron el pino.
Una interesante tradición popular alemana afirma que el árbol de Navidad tal como lo conocemos hoy se remonta al siglo VIII.
San Bonifacio (675-754), un obispo inglés que marchó a la Germania para predicar la fe cristiana, se sintió profundamente dolido en la Navidad del año 723 al comprobar que los alemanes se preparaban para celebrar el solsticio de invierno sacrificando a un niño a los pies del roble sagrado.
Ante ésto, Bonifacio tomó un hacha, cortó el roble, salvó al niño y halló al lado de la raíz del árbol a un pequeño pero verdísimo abeto, que milagrosamente había permanecido intacto.
Lo vio como símbolo del amor perenne de Dios, lo adornó con manzanas (que simbolizaban las tentaciones) y velas (que representaban la luz de Cristo que viene a iluminar el mundo) y le ordenó a cada cristiano alemán llevar un abeto a su casa y cumplir con ese rito, lo que luego se extendió a todo el mundo.
Así es que, por ejemplo, el hecho de que el árbol originalmente utilizado fuera una conífera de hoja perenne (que vive todo el año) representó, más tarde para el cristianismo, el amor de Dios, la vida o la vida eterna. Así como su forma triangular simbolizó la Santísima Trinidad.
Por otro lado, las bolas de colores que hoy adornan el árbol eran originalmente manzanas. El árbol de navidad recuerda a aquel del paraíso cuyos frutos comieron Adán y Eva, en recuerdo del pecado original y la tentación, según la tradición cristiana.
Las luces que hoy se colocan fueron en su momento velas, que “simbolizaban la luz del Cristo, así como se considera que los lazos colocados representan la unión de las familias y personas queridas alrededor de dones que se desean dar y recibir”.
Otras versiones también aseguran que el árbol navideño significa la vida, la prosperidad, la siembra y la cosecha. Asimismo, se cree que en Belén lo adornaban con algo que cada cristiano santo disponía en pos de esperar la buena nueva.
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