En un artículo publicado en Rosario 12, el periodista José Maggi revela partes del fallo del juez Leandro Martin, sobre la causa de Alexis Meyer y seis policías de la Comisaría 13º, detenidos y procesados en el marco de una denuncia en la que el joven aseguró haber sido víctima de golpizas y torturas, el pasado sàbado 29 de junio.
Según detalla la publicación, “el magistrado no dudó en calificar de “torturas” a la brutal vejación a la que fue sometido Alexis Meyer. Primero lo desnudaron, luego lo mojaron con una manguera y finalmente fue picaneado con un cable y un palo. “Allí donde el acto atentatorio contra la dignidad haya pasado cierto umbral de intensidad o ensañamiento que lo torna manifiestamente grave, insoportable a los ojos de la comunidad y a los principios constitucionales que la representan, hay tortura“, afirma.
“El fallo señala que fue golpeando, obligado a desnudarse y a pararse arriba de una rejilla, para mojarlo con una manguera, “la que le introdujeron en su boca ahogándolo y finalmente con un palo de escoba, al que le ataron un cable pelado, fue utilizado a modo de picana, le pasaron corriente desde los pies, sacándole fotos en todo momento y amenazándolo con meterle ese mismo palo en el ano, y también diciéndole que iba a aparecer muerto en un descampado, con un tiro en la cabeza y con un arma en la mano simulando un suicidio“. El juez entendió que todo esto fue a los efectos de hacerle decir los nombres de las personas que estaban robando las placas del cementerio de la ciudad” prosigue la nota y agrega: “en su testimonio, Alexis dijo: “Apareció el comisario ‘Turco’ Ale, y les dijo a los policías, ‘¿y, no habla?’ a lo que estos dijeron ‘no quiere hablar’, señalando que le preguntaban quién fundía las placas del cementerio y quién las compraba. Que el ‘Turco’ dijo, ‘bueno yo lo voy a hacer hablar’, agarró un escobillón, le sacó la parte de donde se barre, el escobillón tenía palo de madera. Dice que traen un cable blanco, de unos 6 metros de largo. Mientras esto ocurría, uno de sus agresores, le iba sacando fotos con el celular tipo táctil, lo hacía dar vuelta y le decía que le muestre ‘el culo’. Cuenta que Ale ató el cable al palo con el cordón de sus zapatillas y le dijo que ‘le iban a romper el culo con el palo’. Ahí lo comienzan a picanear y él estaba completamente mojado, desnudo, parado en la rejilla; el cable lo enchufan adentro de la comisaría, abren una puerta de aluminio con vidrio, lo enchufan a unos cuatro metros y le dan corriente en los pies. Luego suelta Ale el palo y lo agarra otro. Dice que lo picaneaban en los pies, en los tobillos, en el empeine y las canillas. Dice que producto de esta actividad fue lesionado, que le quemaba y sentía que se le aceleraba el corazón, que el gritaba como un loco, que en todo momento lo golpearon y le decían ‘caco hablá’, que lloraba y no podía ni hablar. Que sentía que lo quemaban, como que le quemaban las venas y le repercutía en el pecho“.
“Debe considerarse la existencia acreditada de Ferreyra (una de las personas que estaban detenidas a la misma hora de ocurridos los sucesos en torno a Meyer) en la comisaría con la cabeza sangrante. Tengo en cuenta esto también, porque, en una tarde, en la comisaría 13ª, se encuentra ingresando una persona que va a ser sometida a tormentos, una que sale del patio que ya ha sido golpeada y dos madres que claman por sus hijos desde la puerta de la comisaría. Si a esto le sumamos los dichos de Meyer en relación a que Ale dio la orden de ‘parar para no pasarse porque ya la otra vez se habían pasado con otro pibe’, no puede menos que pensarse en una mecánica y sistemática golpiza y tormentos a los detenidos, que es también indicativo de la verosimilitud de los dichos de Meyer“ concluye.
Foto: Lisandro Carrobé.