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OPINIÓN: «La cuarentena quebrada»

A casi 60 días de iniciado el aislamiento obligatorio, sin casos positivos, muchos comenzaron a abandonar algunos de los hábitos adquiridos.y a desobedecer las medidas dispuestas por las autoridades.

El 3 de marzo, las autoridades sanitarias nacionales confirmaron el primer caso de coronavirus en nuestro país. La enfermedad -que hasta ese momento era vista como algo lejano por el común de los argentinos- comenzó poco a poco a ser parte de nuestra cotidianeidad.

La preocupación fue en ascenso, Se comenzaron a tomar las primeras medidas, se insistió en la importancia de la prevención como la única «vacuna» hasta el momento y, después de analizar diferentes variables, el 19 de marzo, el presidente de la Nación -con el consenso de todos los gobernadores- decretó el  comienzo del Aislamiento Preventivo Social y Obligatorio (APSO)

El mismo se extendería -en principio – desde el 20 al 31 de marzo y tuvo como objetivo aplanar la curva de contagios dándole tiempo al sistema sanitario para reforzarse y poder dar respuestas ante la enorme demanda que implicaŕia la llegada del tan temido «pico» de contagios.

Las medidas -que algunos sectores tildaron de «exageradas»- tuvieron buena aceptación en los argentinos que no querían repetir las malas experiencias de países como Italia que tardaron mucho en responder ante lo que la Organización Mundial de la Salud nombró como «pandemia»

La «cuarentena» fue renovada una y otra vez logrando el objetivo inicial.  Gracias a ello, en forma gradual, se pudo ir avanzando en la liberación de actividades económicas que fueron descomprimiendo la difícil situación que transitaban algunos sectores con recursos mermados y a los cuales la anunciada ayuda estatal no llegó con la magnitud esperada.

Gracias a ese avance que se dio por el esfuerzo colectivo, Santa Fe ingresó a la «reapertura progresiva» por la cual la Nación sigue marcando las restricciones pero delegó a las provincias la responsabilidad para continuar con el control de las excepciones.

En ese marco, llegamos a mitad de mayo y (sacando las prohibiciones nacionales que rigen para todo el país)  en suelo santafesino seguimos teniendo algunas restricciones que cada vez son más resistidas por una buena parte de la población, en especial la comprendida en pequeños pueblos y ciudades chicas, que pide más flexibilización al ver que no se registran casos. Las salidas recreativas para los niños y los permisos para realizar diferentes tipos de actividad física encabezan los pedidos.

Y ahí comienza un problema que está preocupando cada vez más a las autoridades locales. ¿Qué hace la gente con el cansancio, cómo administra cada uno esa resistencia?

Algunos siguen en su casa, como el primer día, cumpliendo fielmente el APSO que está vigente al menos hasta el 24 de mayo. Otros salen a trabajar (porque su actividad está exceptuada) pero luego vuelven a sus hogares y cumplen con las disposiciones. Y una porción que parece ir en aumento, se relajó y empezó a abandonar algunos hábitos adquiridos como el uso del barbijo, otros empezaron a salir con más frecuencia, a visitar familiares e incluso a realizar actividades que aún no están permitidas tales como hacer ejercicio o ir con niños a las plazas. En el medio, se produjeron algunas que otras demoras de personas por infligir las normas.

Dicho de otro modo, se podría decir que el miedo pasó y la «cuarentena» se quebró. No de derecho pero sí de hecho. Muchos de los que llevaron arriba la bandera del «QuedateEnCasa» hoy ya no están tan convencidos y se corre el peligro típico de cuando las cosas se descontrolan y buscan autorregularse siguiendo emociones o sensaciones en lugar de las reglas dispuestas por las autoridades.

En tiempos donde se exige conciencia social y se apela a la responsabilidad individual, con un escenario en el que impera la gente cansada y sin la aparición de pacientes positivos, es difícil saber cómo podría sostenerse una eventual prórroga del APSO o cómo respondería la ciudadanía en caso de que las autoridades decidieran aumentar la flexibilización.
¿Está la sociedad preparada para la etapa que sigue? ¿La dirigencia política estará a la altura de las circunstancias?

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Natalia Amaya
Periodista y docente del área Comunicación.
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