En la última entrega de mi columna, hice una encuesta para saber sobre qué tema les gustaría que aborde en esta nueva entrega. El resultado fue el Rooibos.

Una bebida aún desconocida por muchos, de un color rojizo cautivador y un sabor muy agradable al paladar.

Rooibos es un término africano que significa “arbusto rojo”. Es una planta que crece en la región montañosa de Cederberg (África). De la familia de plantas leguminosas, alcanza una altura de 1,5 metros. Posee un solo tallo basal, que se divide apenas supera el suelo en múltiples y finas ramas
que contienen hojas verdes brillantes, con forma de aguja.

Fue descubierto por las tribus Khoisan que, en un primer momento, lo utilizaban como medicina herbolaria. Luego comenzaron a beberlo como tisana, cuando descubren que sus finas hojas machucadas y marchitadas al sol, daban una infusión aromática y sabrosa.

Es la bebida Nacional Sudafricana. Existen dos variedades de rooibos, el verde y el rojo, siendo su proceso de elaboración el que marque la diferencia de color y sabor. El rooibos rojo es el que conocemos y se comercializa en nuestro país.

Esta tisana no posee cafeína y tiene un alto contenido de vitaminas y minerales, como calcio, magnesio, hierro y zinc. Un punto a tener en cuenta para incorporarlo a la dieta de nuestros niños, ya sea por estos beneficios y por su sabor agradable y dulce. También funciona como bebida isotónica para deportistas. Ayuda con los trastornos digestivos y alteraciones del sistema nervioso como dolores de cabeza e insomnio.

Es muy sencillo prepararlo, admite el agua a ebullición y su tiempo de infusión es de 3 minutos. Se puede beber tanto caliente como frío. Para beberlo frío, se prepara igual que la infusión caliente, se deja enfriar y luego se refrigera.

Si aún no probaste el rooibos, te lo super recomiendo, vas a descubrir una bebida sin la astringencia del té, dulce y amigable al paladar. Animate a probarla caliente y también a sumarla a tu rutina de ejercicios!