Aikido es un arte marcial de origen japonés, permite defendemos con nuestras manos de uno o de varios adversarios, amados o no. Su entrenamiento y práctica no incluye la participación en torneos y competencias, puesto que se rechaza todo lo que implique violencia y destrucción. Este principio de no violencia, base mental de ésta actividad, consiste en vivir esmerándose por comprender todo lo que a nuestro alrededor son las manifestaciones de la naturaleza, de modo de ponerse en perfecta armonía con el Universo.

En esta época de extrema deshumanización, el Aikido posee un encanto singular. Especialmente atractivo resulta el hecho de que toda persona, sin tener en cuenta su edad, sexo o capacidad atlética, puede realizar a través de su práctica, la unificación del principio creativo que se manifiesta en el poder de la respiración. Esta unificación es la fuente de la energía vital, la cual no sólo llena el vacío espiritual, sino que provee de contenido real y de significación a la vida diaria.

Originalmente, las artes marciales japonesas se inspiraban en el objetivo de la victoria en el campo de batalla. Pero la victoria tiene corta vida, cesa rápidamente y desaparece. Uno puede regocijarse con las victorias obtenidas pero éstas nunca constituyen la satisfactoria victoria final. Por eso existía una contradicción: dedicar la vida a entrenar esforzadamente para un fin evanescente.

Esta contradicción se resolvió al crearse el Budo (la vía de las artes marciales), cuyo principal exponente moderno es el Aikido, que enseña el modo de obtener la victoria absoluta basándose en una filosofía por la que se pretende reducir los instintos agresivos, combativos y destructivos de una persona y encauzarlos a través del amor creativo.

Todas las artes del Aikido están basadas en el principio de la no resistencia, cada movimiento empleado se transforma en una técnica pura que se alcanza únicamente con la coordinación entre cuerpo y mente. Una de las principales características del Aikido es el movimiento circular, el que permite canalizar y controlar cualquier ataque con cualquier fuerza y desde todas direcciones. Cuando se ejecuta correctamente la técnica, no se requiere ningún esfuerzo extraordinario ni fortaleza física fuera de lo común.

Lo que podría aparecer como una repetitiva y monótona rutina de aprendizaje pone a prueba el compromiso y la fuerza de voluntad del alumno, pero también corrige la obstinación, controla la voluntariedad y elimina los malos hábitos corporales y mentales.

En el proceso comienzan a emerger su verdadera fuerza y su verdadero carácter y potencial. Las características de las técnicas básicas del Aikido son la libertad y la espontaneidad moviéndose esféricamente. Este énfasis en el dinamismo esférico haconducido a interesantes evoluciones, puesto que ha suavizado y refinado técnicas que originalmente eran duras y toscas, y otras, cuya ejecución demandaban un amplio espacio, pudieron ser reducidas a una pequeña esfera.

Morihei Ueshiba (1883-1969) fue el fundador del Aikido y un gran maestro de artes marciales, siendo reconocido como el más grande en la historia del Japón. Y aunque invencible como guerrero en su tiempo, Morihei Ueshiba Sensei, era sobre todo un hombre de paz que detestaba las peleas, la guerra y toda clase de violencia. Su camino era el Aikido, que puede ser traducido como «El Arte de la Paz».

En concordancia con estos ideales, en 1967 Katsutoshi Kurata Sensei (7º Dan), de origen japonés y habiéndose formado con O’Sensei Morihei Ueshiba y con Kisshomaru Ueshiba Sensei (hijo del fundador), se radica en Buenos Aires para difundir el Aikido en Argentina y países limítrofes.

Las clases, salvo otra disposición del instructor, empiezan con una gimnasia suave y continuada, especialmente programada para lograr flexibilidad del cuerpo y resistencia en las articulaciones, poniendo especial atención a las muñecas, codos y hombros.

Luego se complementa con caídas en todas sus variantes, para pasar seguidamente al desarrollo de las técnicas; este aspecto de las caídas es fundamental en esta actividad, en el que todo practicante debe esmerarse al máximo.