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«Un tempano, o iceberg en inglés, es un enorme pedazo de hielo que flota a la deriva en el mar. Se mueve al azar arrastrado por corrientes marinas y vientos polares. El tempano no aparenta ser muy grande, porque sobresale del agua sólo la octava parte de su volumen total. Constituye un peligro para la navegación ya que pueden dañar barcos e incluso estrellarse con ellos y producir su naufragio.
Hoy comprendí que la inseguridad es muy similar a un tempano. Lamentablemente hace una semana la viví en carne propia. Se puede comparar de manera casi perfecta. Al igual que el tempano, la inseguridad es: fría, se mueve de manera impredecible y aparenta no ser grande, ya que solo se ve una pequeña parte de ella.
Es fría porque no tiene escrúpulos, es lapidaria con el bienestar de todos los vecinos de bien y viola la intimidad de tu hogar. Se mueve de forma impredecible porque puede afectar a cualquier ciudadano, sin distinguir edades, clase social y ubicación, nadie esta ajeno a ella.
Aparenta no ser grande, ya que al igual que en el tempano, en la inseguridad solo se ve una octava parte a simple vista: el robo y daños de bienes y/o personas. En las otras siete octavas partes que no se ven, la porción sumergida, están las muchas decepciones que yo viví al bucear en esta zona. Como por ejemplo, llamar al 911 y el patrullero demorar 20 minutos en llegar, justificando la demora diciendo que yo debía haber llamado al 101; ver que el móvil policial no conoce las alturas de las calles, no poseen GPS; ir a la Comisaria un día después del hecho a buscar la copia de mi denuncia y descubrir que todavía no fue asentada, y lo más desopilante fue, tener yo los datos, que me llegaron a través de gente conocida, de los sospechosos que me robaron, llevar sus nombres y apellidos a la Comisaria y me cuestionaron porque no pude averiguar la dirección en donde viven.
Tambien, como asuntos generales, fue tomar conocimiento de otros casos de inseguridad que lamentablemente no se dan a conocer, no se denuncian. Me encontré también con la hipocresía de la política donde off de record reconocen que muchas cosas están mal, pero por cuestiones “estratégicas” no es oportuno o conveniente hablarlo abiertamente. Y es aquí, que uno es atrapado por decepciones, amarguras y preocupaciones. Todo esto es la parte sumergida del tempano, de la inseguridad, la que no se ve a simple vista.
En el mismo mar donde flota este tempano a la deriva, va navegando también toda nuestra sociedad sobre un barco que se llama Firmat. Su capitán, el máximo responsable de todo el funcionamiento de la nave, es el Intendente y su Primer Oficial de Cubierta, es el Comisario. Como dije al principio, un tempano puede dañar o incluso hacer naufragar un barco. A mi parecer, esta colisión se puede dar por dos motivos: 1) Que el barco navegue sin un rumbo claro, con la brújula descompuesta, sin radares, sin escuchar los informes de las alertas y partes diarios que se le notifican o tener sus marineros desorganizados y con bajo nivel de capacitación. 2) que el barco este perfectamente equipado y con óptima tripulación, pero el capitán y el primer oficial de cubierta no estén debidamente aptos para el cargo que representan.
El hundimiento del Titanic es el ejemplo representativo del peligro que representa subestimar un tempano, ya que es un caso conocido a nivel mundial que dio a entender el riesgo de la fragilidad de un barco y las terribles consecuencias que le siguen. Firmat navega hacia el tempano de la inseguridad. Nosotros, como vecinos y pasajeros de nuestro barco, tenemos parte de responsabilidad para no permitir que se repita metafóricamente la historia del Titanic con nuestra ciudad»
Fabián A. Lértora
DNI 20.513.255